Bolívia: #21F el día que Bolivia decidió entre el SÍ y el NO


En el 2015 se convocó a un referéndum nacional que plantearía la modificación del artículo N°168 de la Constitución Política del Estado, lo cual permitiría que el Presidente y el Vicepresidente del Estado puedan ser reelectos por dos veces de manera continua, lo que habilitaría la candidatura de los actuales mandatarios por el período 2020-2025.

El referéndum fue promovido principalmente por los movimientos sociales; a principios de 2016 tanto oficialistas como opositores encabezaron un proceso convulsionado por el bombardeo de campañas en los diferentes medios de comunicación tradicionales y redes sociales. Éstas, en su mayoría, se caracterizaron por manipulaciones emocionales y en el tiempo de campaña la votación ya se vislumbraba polarizada. Los campos de tensión no cesaron durante todo el período y se intensificaron casi al final.

Disturbios e Irregularidades

Ayer,  el domingo 21 de Febrero se llevó a cabo el Referéndum, en una jornada caracterizada por incidentes, sobre todo en el oriente el país, donde 5000 personas se quedaron sin votar debido a la falta de apertura de sus mesas de sufragio y por falta de material para emitir el voto.

De igual manera en la ciudad de La Paz y Santa Cruz se recibieron varias denuncias sobre irregularidades. Al momento, ciudadanos se manifiestan en puertas del Campo Ferial, donde se desarrolla el cómputo final de votos; piden ingresar para verificar el trabajo del Órgano Electoral. Asimismo se realizan bloqueos en las avenidas circundantes.

El Tribunal Supremo Electoral se encuentra procesando los datos del escrutinio, mientras el país continúa en la expectativa ante su inminente re configuración y nacimiento nuevos contextos políticos. En las próximas horas se conocerán los resultados finales


El resultado del maniqueísmo

Marco Antonio Marín, Coordinador General de Telartes en Bolivia, contribuye con su opinión particular sobre el ejercicio democrático realizado este domingo en Bolivia.

Por Marco Antonio Marín

Ya lunes. El conteo en boca de urna habrá estimado los porcentajes que con un tanto de margen de error, mucho/poco, serán confirmados. De nada sirve cuál de las opciones haya triunfado electoralmente. El límite fue rebasado. El ensombrecido umbral que se va cruzando por construir una sociedad plural nuevamente ha sido obstruido. La polarización, en maquiavélico afán, aun hizo escarnio de las vidas segadas para convertirlas en banderas electorales alimentando la visceralidad del dualismo.


Ya se visualizaba esto. Se hizo juego al absurdo despliegue de totalitarismos, de pretensiones hegemónicas, de control subordinado, de fantasiosas mentiras o certezas inventadas. Se lastimaron sensibilidades, se invadieron intimidades, se vulneraron derechos fundamentales. No queda más que haber abismado nuevamente en la profunda matriz colonial y la distancia social que aqueja la naciente plurinacionalidad. Alejando las posibilidades del encuentro y atenuando el franco debate que alternaba el ejercicio racional, latente el Febrero Negro, el Enero cochabambino o el vergonzoso Mayo sucrense, se desnudó el fondo de desprecio que nutre esta frágil convivencia democrática.
¿Acaso este histórico sufrir amontonado no sirve para nada? el punto de inflexión que racializa la sociedad, que la bifurca en una dualidad irreconciliable, que la cierne con el ácido cariz acostumbrado de violencia donde otrora, su eficaz práctica estatal, fue razón política, hoy es expresada por la manipulación de una tensión que no encuentra posibilidad de construcción societal.

Que respondan los simplificadores de la ideología, los de la pedagogía de la imbecilidad, los que se victimizan, los que se esconden detrás de quienes luchan y serán los futuros protagonistas. O que de una vez por todas se callen. Y que emerja la propia voz, la del fuego extraviado, la de las posibilidades sinceras, la del tiempo del encuentro, la del diálogo germinador, la de las fundamentaciones creativas, la de la descolonización radical, la de la articulación ciudadana, la de la colaboración y reciprocidad, la de las alternativas al capital y a la hegemonía de Estado.

El absurdo plebiscito remarcó los múltiples antagonismos sociales. Queda el dolor contenido por las vidas que se cobró en El Alto que nos recuerdan a todas aquellas que esta democracia ya se ha llevado. José María Arguedas, con profunda tristeza, lo entendía: “Porque cuando se hace cesar el dolor, cuando se le vence, viene después la plenitud. Quizá el sufrimiento sea como la muerte para la vida”.

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