Guatemala: ¡Que se inhiban!



En tiempos de crisis es cuando se conoce la esencia de las personas y salen a relucir sus verdades prioridades, intereses y hasta las mezquindades.

Ileana Alamilla - ALAI AMLATINA

El complot contra la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) se consumó. Lo fraguaron desde el inicio actores que intentaron varias artimañas a partir de su instalación, se aliaron con representantes de múltiples ilegalidades, juntaron mafias, disfrazaron los fines, ensayaron durante más de dos años, para quitar el estorbo que puso Naciones Unidas, a solicitud del Gobierno de Guatemala, a las múltiples actividades ilícitas que los han enriquecido, a unos durante décadas, y a los novatos, estos últimos años.

Atacaron la cabeza para ver si la entidad se mantiene incólume y el sucesor se doblega, buscan deslegitimar a la CICIG y sumar aliados a su perversa causa. Han apelado a argumentos de doble moral y pretenden engañar a una población atormentada por la cadena de problemas que la aqueja.

Algunos diputados son confesos de sus aviesos intereses, hasta se disputan el liderazgo de ser los principales detractores contra la CICIG, que los emplazó para que cumplieran con su deber constitucional de legislar a favor del estado de Derecho, de la seguridad y de la defensa de la vida de la población.

El sistema de justicia, tan señalado por su pecado mortal de apañador de la impunidad que ha sido el manto que ha cobijado la criminalidad en el país, permanece como siempre en un apacible letargo.

Muchos abogados están felices celebrando la renuncia de quien los increpó de frente por el nefasto papel que han jugado, aprovechándose de los privilegios que les otorga la Constitución, principalmente en la designación de altos funcionarios del sistema de seguridad y justicia. Su felicidad iba en aumento porque creyeron que era al jaque mate para la Cicig.

El presidente no se atrevió a tomar la decisión de pedirle la renuncia al fiscal, esperó que la Corte de Constitucionalidad (CC) resolviera la crisis.

El cargo del fiscal general es fundamental y estratégico en el Estado, es el segundo en importancia en el país, debe ser ocupado por una persona sin sombras, tiene que estar absolutamente legitimada y respetada.

Castresana recibió del Estado resistencias, desidia y falta de voluntad. Enfrentó con su equipo a los poderes paralelos, nos lega ese ejemplo de lucha y valentía en el combate de la impunidad. Organizaciones sociales nacionales y la comunidad internacional convergen en la necesaria continuidad de una CICIG fortalecida.

Reconocemos el esfuerzo, trabajo encomiable e intentos extremos que realizó el señor Castresana para favorecer la seguridad y legalidad en un país que ni siquiera es el propio. La crisis institucional fue solventada gracias a la decisión de la CC, que con la resolución de anular la elección del fiscal general y de repetir el proceso, hace honor a su alta investidura y prioriza la recuperación del estado de Derecho, el rescate del sistema de justicia y la viabilidad del país.

Ahora hay que reivindicar la legitimidad del Ministerio Público, para lo cual es indispensable que los integrantes de la cuestionada Comisión Postuladora atiendan la exhortación de la CC de inhibirse, para que el proceso recupere la credibilidad, y nosotros, la confianza de que podemos liberar a nuestra patria de los poderes paralelos que la asfixian. Está claro que los postulantes son el centro del problema.

- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de la Agencia CERIGUA.


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