¿ALCA con la Unión Europea?


Julio C. Gambina*

Agencia Latinoamericana de Informacion


Empieza esta semana en Madrid, España, la VI Cumbre América Latina y Caribe – Unión Europea, ALCUE. En ese marco se reabren las suspendidas negociaciones entre la UE y el Mercosur para celebrar un acuerdo de libre comercio.

Un interrogante es si a 5 años de enterrado el debate del acuerdo de libre comercio entre EEUU y América Latina y el Caribe, se reabre uno entre Europa y el Mercosur. Hay que recordar que en Mar del Plata, Argentina, durante la IV Cumbre de Presidentes de América, los principales opuestos al tratado de libre comercio de la región con la potencia del norte fueron los países del Mercosur y Venezuela (aún no había requerido su ingreso a la integración entre Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina). En simultáneo sesionaba la Cumbre popular que había sustentado lo esencial en la denuncia a la sociedad sobre los negativos efectos de la liberalización para la mayoría de la población. La cumbre actual también tiene su movilización popular alternativa que incluye un enjuiciamiento al accionar de las transnacionales europeas en la región.

La discusión con Europa se inició en el 2000 y fue interrumpida en simultáneo con los límites establecidos a Washington. Es que las asimetrías son gigantes y los países capitalistas desarrollados proponen apertura de la economía, liberalización, para poder colocar su producción en nuestros países, al mismo tiempo que mantienen gigantescos subsidios a su producción local, o a sus exportaciones, impidiendo el ingreso de los productos del resto del mundo, es decir, proponen una apertura asimétrica conservando alta protección según sus intereses.

El supuesto actual de la reapertura de negociaciones se justifica en la orientación gubernamental crítica a las políticas hegemónicas en los últimos años al frente de ambos procesos de integración. De un lado la presidencia temporal de José Luis Rodríguez Zapatero, socialista español, y del otro Cristina Fernández, con un fuerte discurso contra el neoliberalismo y las políticas hegemónicas en la década pasada. La coincidencia en la coordinación temporal de ambos bloques animó la reapertura de la discusión por un tratado de libre comercio, pero la realidad enturbia lo que parecía un tránsito por senda de rosas.

La crisis de la economía mundial oscurece los acuerdos, pues el socialismo europeo intenta respuestas anti crisis de neto corte neoliberal, similar a las aplicadas en los 80´ y 90´ en la región latinoamericana y caribeña. ¿Qué son las disminuciones de salarios, las extensiones de las jubilaciones, los congelamientos de pensiones y las disminuciones de partidas de gasto público social de gobiernos socialistas en Grecia o en España? Pero también se complica la situación por este lado y Argentina intenta frenar el crecimiento de las importaciones, lo que supone reclamos de los principales socios comerciales: Brasil, China y especialmente Europa; un territorio de larga tradición en el intercambio con nuestro país.

Pero yendo a la cuestión de fondo, lo que se discute es el ingreso de producción agropecuaria a Europa y de productos industriales al Mercosur. Es difícil que en medio de la crisis europea se reduzcan sustancialmente los subsidios a la producción agropecuaria, siendo Francia uno de los principales afectados y responsable de la política comunitaria, no solo en cuestiones de producción en el agro.

Desde el otro ángulo, es Argentina la más perjudicada con el tratado, pues si se abre la puerta al ingreso de bienes industriales, Argentina es el país más vulnerable. Brasil tiene un desarrollo industrial que le permite competir con la industria europea, y Paraguay y Uruguay son países con más desarrollo en los servicios que en la producción manufacturera. El que tiene más para perder es Argentina, que no desarrolló en su reciente ciclo de crecimiento de la economía una producción fabril diversificada y en condiciones de competir en el mercado mundial.

Un elemento crítico adicional a la suscripción de un tratado de libre comercio proviene de la vulnerabilidad a que se someten los países con estos estatutos de la liberalización. Argentina es el país de América que más tratados bilaterales de defensa de las inversiones ha suscripto y que con ello el país fue llevado a tribunales internacionales por sumas millonarias, que aún cuando no terminen en sentencias favorables a las empresas, sirven como chantaje contra el país en la obtención de ventajas en materia de precios internos que afectan y deterioran la calidad de vida de la población.

Nada favorable generan estos estatutos de libre comercio para los pueblos, por lo tanto, la expectativa es que junto a las trabas objetivas que supone la crisis capitalista en curso y con epicentro en Europa, las movilizaciones de la cumbre popular difundan un programa de alternativa ante la nueva ofensiva del capital por la liberalización del orden socioeconómico mundial.

* Julio C. Gambina es Profesor Titular de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, UNR. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.

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