Deuda: América Latina ayer, Europa hoy

Umberto Mazzei
ALAI AMLATINA

La crisis actual no es una crisis del comercio ni de la producción de bienes o de servicios. La crisis es de los bancos, del sector financiero. Su origen es lejano y de naturaleza ideológica; viene de la distorsión que hizo David Ricardo de las ideas de Adam Smith.

Smith admitía el egoísmo empresarial como un motor de movimiento económico, pero con normas que lo encausasen. Ricardo abogó por la eliminación de restricciones. En particular, de restricciones en tres cosas: la emisión de papel moneda, en la sobreproducción industrial y en la circulación de capitales.

La emisión de papel moneda produjo desde entonces sobreproducción de dinero y continua pérdida de poder adquisitivo. La sobreproducción industrial condujo al imperialismo comercial. La irrestricta circulación del capital condujo a especulaciones y estafas internacionales.

En la época actual eso se agrava, se complica y se expande con la creación de “productos financieros” - porque ahora los servicios financieros dicen ser industria - que circulan y se aceptan sin verdadera garantía de valor, sea nacional o internacional. Los nombres de esos papeles quieren sonar técnicos, con eufemismos dichos en inglés: default swaps, derivatives, sub-prime o quantitative easing. La realidad es que el mundo es víctima de una estafa originada en Wall Street y la City. Nada nuevo, lo distinto esta vez es su dimensión sideral.

Antecedentes de deuda soberana

Desde el siglo XIX se suceden crisis del mismo origen, aproximadamente, cada 40 años. Todas causadas por el colapso de especulaciones financieras, que suelen desembocar en el comienzo de una guerra; las dos guerras mundiales no son ajenas a ese patrón. Los negocios bélicos, la eliminación de rivales comerciales y el botín versado en los sacos del vencedor, devuelven el equilibrio a los bancos en dificultades.

La crisis europea actual y la de los años 80, tienen su origen en 1944, en Bretón Woods. En esa reunión entre los eventuales vencedores, para estabilizar la economía mundial de la post-guerra, se adoptó el dólar como moneda de referencia internacional, pero garantizado con un patrón oro de $35/onza. Ese acuerdo fue renegado por Estados Unidos en 1971, año en que dejó de exportar el petróleo que equilibraba su balanza comercial. Fue sin duda un default sobre su deuda – eso que escandaliza cuando lo hacen otros. Desde entonces la Reserva Federal comenzó una emisión de dólares sin fondos, para cubrir una balanza comercial deficitaria. Para evitar que el dólar cayese en desuso como moneda de referencia, la OPEP redujo la producción e impuso la venta de su petróleo sólo en dólares: los llamados petrodólares, emitidos para esa función.

Esos petrodólares excedentarios no podían asimilarse en las economías petroleras y terminaron depositados en bancos, principalmente anglosajones. Los bancos no guardan el dinero; lo colocan. Así salieron elegantísimos banqueros a colocar dinero en rincones del tercer mundo, ofreciendo préstamos a bajo interés y sin garantías.

Es la conocida mecánica de prestar capitales, a sabiendas de que, en lugar de gastarse en una función reproductiva, serán dilapidados en gasto corriente, importación de productos industriales o en corruptas transacciones, cuya ganancia regresa a los bancos extranjeros. Pero la deuda queda y el Estado la asume como deuda soberana que debe ser pagada exprimiendo los recursos nacionales con el sólito programa llamado de austeridad. El resultado es vano, crea desocupación y es pretexto para la privatización de los activos del país, sobre todo de servicios públicos monopólicos e indispensables.

Historia de la deuda de América Latina

La crónica deuda externa de la América Latina se arrastra desde su independencia y su nacimiento está descrito con agudeza técnica por el filósofo económico suizo Jean Charles Sismondi: ... “en las naciones opulentas la producción suele ser determinada, no por las necesidades, sino por la abundancia de capitales, y entonces, al sobrepasarse pronto el consumo, se produce una cruel miseria.

“La apertura del inmenso mercado que ofrece… la América española, fue el hecho que más pudo desahogar las manufacturas inglesas. El gobierno inglés parece juzgarlo también así; y, durante los siete años que han pasado desde la crisis comercial de 1818, una actividad sin precedentes se ejerció para hacer penetrar el comercio inglés hasta los rincones más recónditos de México, de Colombia, del Brasil, del Rio de la Plata, de Chile y del Perú. …

“Pero, por inmenso que fuese el desahogo que ofrecía la América libre, no hubiese sido suficiente para absorber todas las mercancías que Inglaterra había producido por encima de sus necesidades, si los préstamos hechos a las nuevas repúblicas no hubiesen de golpe aumentado desmesuradamente sus medios de comprar mercancías inglesas. Cada estado de América prestó de los ingleses una suma suficiente para poner a funcionar su gobierno; y, a pesar de que fuese un capital, la gastaba inmediatamente durante el año como una renta; quiere decir que se empleaba entero en comprar mercancías inglesas por cuenta del público, o de pagar aquellas que habían sido enviadas por cuenta de particulares. Se formaron en ese tiempo numerosas compañías, con inmensos capitales, para explotar todas las minas de América; pero todo el dinero que gastaban regresaba a Inglaterra, sea por las máquinas… o por los bienes exportados...

“Todo el tiempo que duró este singular comercio, en que los ingleses pedían a los americanos, que se dignaran comprar, con capitales ingleses, las mercancías inglesas, y las consumiesen por amor de ellos, la prosperidad de las manufacturas inglesas pareció brillante. No fue ya la renta, sino el capital inglés lo que se empleó para estimular el consumo; los ingleses, comprando y pagando ellos mismos los propios productos que enviaban a América, no se ahorraron sino el placer de gozarlos también ellos mismos.

“Nunca tuvieron las manufacturas inglesas tantos pedidos como durante la serie de especulaciones del 1825, que asombro tanto el mundo; pero que, cuando los capitales se gastaron, y vino el momento de pagarlos, cayó de pronto el velo, cesó la ilusión, y la miseria recomenzó con mayor fuerza que en 1818” (Sismondi, Nuevos Principios de Economía, 1927. Libro cuarto, Capitulo 4).

Esa deuda Latinoamericana con los bancos ingleses fue vendida en los mercados de valores y causó descalabros por toda Europa. Es así como surgieron coaliciones de cobradores que las cobraban a cañonazos. El caso más célebre es la ocupación anglo- hispano- francesa de Veracruz, que terminó desempolvando el trono de Iturbide para darlo a Maximiliano de Austria.

En los años de 1980, Latinoamérica vio repetirse el mismo mecanismo de deuda, solo que no vinieron cañoneras, sino el FMI, el BID y el Banco Mundial, que se encargaron de asegurar el pago. Tampoco trajeron un príncipe extranjero; hoy día hay modos más discretos y el cobro se encarga a políticos locales confiables. La eficiencia del cobro aumenta, porque la apariencia de legitimidad disminuye el riesgo de rebelión violenta. Así sucedió la Década Pérdida de la América Latina.

La situación hoy

Después de la triste experiencia del Tercer Mundo con la deuda externa, los gobiernos de esos países, en general, se abstuvieron de endeudarse. También sucede porque algunos aún están pagando y no tienen ni el crédito ni la voluntad política. Sus sufrimientos no ha mejorado que transitoriamente las finanzas de los bancos y demás empedernidos jugadores que operan en los casinos financieros.

Peter Drucker explicóque el flujo de la economía financiera se había separado del flujo de la economía comercial de bienes y servicios; señalando que su tamaño había aumentado y era varias veces superior al de la economía real. Eso – decía él- resultaba de la emisión de dólares inorgánicos emitidos desde 1971 para pagar el déficit comercial de los Estados Unidos (Drucker, 1986). Emmanuel Todd dijo que el papel de Estados Unidos en la economía mundial parecía ser el de suministrar dinero virtual (Todd, 2005). En Wall Street y en la City parecen olvidar un principio básico de Economía I: que el dinero no es la riqueza; que es sólo un símbolo.

Según el Banco Internacional de Compensaciones, de Basilea (BIC, 2013) en el mundo, para abril de 2013 se vendían diariamente 5,3 billones (trillions en inglés) de derivativos; o sea, diariamente, un tercio del PIB de Estados Unidos. El total de estos productos en circulación se estimaba entonces entorno a los 700 billones. Si se toma en cuenta que el Producto Mundial Bruto era en 2013 fue de 75 billones, es imposible aterrizar ese dinero imaginario en la economía real. Eso es lo que técnica y legalmente se define como estafa. El BIC no tiene cifras públicas más recientes, pero las cifras de la secuencia del 2010 al 2013 indican una tendencia al aumento.

Esa sobreabundancia de valores en ascenso que es independiente de la conducta de la economía real, es el resultado de una combinación letal de la constante creación cumulativa de dinero inorgánico por la Reserva Federal de Estados Unidos – que es un consorcio de bancos privados- con el eufemismo de facilitación cuantitativa (quantitative easing -QE-) para que los bancos y otros agentes puedan invertir masivamente en las bolsas y así hacer subir de nuevo el valor disminuido de sus portafolios; esto viene unido a una desregulación liberadora de toda prudencia elemental en la actividad especulativa de los bancos.

A diferencia de la economía real, que es socialmente positiva, porque al crecer reparte beneficios a todos los actores, la economía especulativa es socialmente negativa. Sus actores suelen ser empresas apátridas, sin vínculos sociales. Su base es una abstracción imaginaria, que emite papeles llamados valores, porque se suponen basados en alguna garantía, que van a comerciarse en las plazas financieras. En la realidad, su principal actividad es manipular percepciones del futuro y su único móvil es la ganancia a corto plazo, que no es distribuida sino que se mantiene en el circuito financiero, apartada de la economía real; la que produce bienestar socialmente perceptible.

 La historia de la economía real está marcada por crisis que anteceden el relevo de los países protagonistas, cuyo ocaso suele incluir episodios bélicos. Creo que vivimos uno de esos momentos. Las economías reales de los dos países anglosajones con los mayores centros financieros tienen marcados síntomas recesivos, mientras sus bolsas solo suben porque los teclados en las computadoras de sus traders dan la ilusión de crear riqueza. A dedazos electrónicos suben y bajan precios en los las bolsas, sin que nada haya cambiado en la realidad tangible. Los precios se inflan soplando las compras, hasta explotar como burbujas y desinflarse cuando las compras cesan.

En el año 2008 explotaron cuatro de esas burbujas especulativas:
1. La burbuja de materias primas y alimentos, cuya muestra fue la llamada « crisis de la tortilla » en México. Del mismo modo súbito, subían y bajaban los precios del maíz, el petróleo y los cereales, sin aumento de consumo o por menor producción;

2. La burbuja inmobiliaria, estimulada por préstamos fáciles con hipoteca sobre bienes de valor inferior, que empaquetadas juntas eran vendidas como “Sub-Prime Mortages” (Hipotecas Sub-Optimas) en lugar de llamarlas basura.;

3. La burbuja de las bolsas, donde acciones y valores subían y bajaban sin haber mayores inversiones o fluctuación en los dividendos;

4. Burbujas en el cambio de las divisas, donde las monedas subían y bajaban sin cambios en las cifras macro-económicas de los países;

Salvo por la caída de los precios inmobiliarios y el desahucio a favor de los bancos, no ha cambiado gran cosa la conducta de los especuladores desde 2008.

La fabricación de la crisis europea

En 2008, el dólar comenzó a caer y eso amenazaba mortalmente la hegemonía de EE UU. Hacía el 2010, la gran prensa inició una campaña contra el Euro, haciendo eco de las declaraciones pesimistas de los propios políticos del “establishment” europeo y de los organismos financieros internacionales. La supuesta debilidad del Euro era la crisis por la deuda pública de algunos países que son parte de la Euro-zona. Países endeudados por sus gobiernos que pagaron con fondos públicos el « rescate » de bancos privados nacionales. Esa deuda no viene de un desajuste económico interno; viene de la estupidez de quienes hicieron préstamos riesgosos y de la deshonestidad de quienes pagaron deudas ajenas con dinero ajeno.

El caso emblemático fue Grecia, cuyo PIB, en 2011, era el 1,5% de la Economía de la Unión Europea y el 2,6% de la Eurozona (Eurostat, 2014); por lo que no tenía el peso económico para arrastrar con sus deudas la economía que respalda al Euro. Era algo selectivo, porque Grecia con un PIB €215 millardos y una deuda del 166 % de su PIB, se suponía que era un mayor riesgo y debía pagar intereses más caros que Japón, cuyo PIB era de €4,4 billones y su deuda el 228 % de su PIB (BM, 2014); pero así lo estimaron las evaluadoras de riesgo de Wall Street. El mismo patrón se repitió con Portugal, Irlanda, España e Italia. Esto sirvió para crear una desconfianza en la economía europea y...en el Euro.

La Unión Europea es la economía más grande del mundo y el principal exportador. Su segundo socio económico es China, con € 428 millardos ($567 millardos) y el primero, es Estados Unidos, con €444 millardos (Eurostat, 2013). Como la economía china crece al 7,7% y la de Estados Unidos crece 2,5% (BM, 2013), es probable que, en 2014, China sea ya el mayor socio europeo. Para China la UE es ya el mayor socio comercial. En 2014 el PIB de la UE será de €14.303 billones (US$18.451 billones) según el FMI y su surplus comercial en septiembre 2014, era ya de €18,5 millardos (Eurostat, 2014). La economía real europea no está enferma, es su sector financiero que ha sido contagiado por el sector financiero anglosajón. Las presiones políticas hegemónicas no son ajenas a ese contagio.

Fueron los banqueros de Alemania, Francia, Italia y Holanda, que pagan grandes sueldos y premios a sus ejecutivos de poco discernimiento, quienes compraron valores sin valor, emitidos por los bancos anglosajones, y los vendieron a los bancos de las economías periféricas de la Unión Europea: Grecia, Portugal, España, Chipre & Co, que también pagan bien a sus ejecutivos. Ahora tienen sobresaltos porque los valores que vendieron cayeron a su valor real y sus clientes no pueden pagar. Como siempre, intervinieron el FMI, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo para dar los créditos necesarios para pagar a los bancos acreedores; con la novedad de que en Chipre que la banca para pagar acreedores extranjeros, confiscó también dinero de sus clientes.

Por un rato hubo temblores por miedo de que Grecia hiciese lo que correspondía: regresar al drama. Pero no será así, porque los banqueros del grupo duro europeo quieren cobrar en Euros sus créditos. Un detalle adicional, que nunca se menciona, es que todas esas obligaciones de los bancos en los países periféricos se garantizaron con seguros contra falta de pago (Credit Dafault Swaps), cuyas primas se cobraron, pero que no se aplican para cancelar las deudas porque esos seguros son extendidos y comerciados entre los mismos bancos acreedores.

El acuerdo trasatlántico

Estados Unidos propuso a la Unión Europea un Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión - TTIP-, que pretende integrar ambas economías. Se han hecho varios estudios econométricos, todos coinciden en que el acuerdo llevaría a sustituir el comercio intraeuropeo por el comercio con Estado Unidos. Esto implica una desintegración europea y lo paradójico es que el principal abogado del acuerdo es la Comisión Europea; eso da una idea de quién manda en Bruselas.

Según un estudio de Jeronim Capaldo (GDAE / Tufts University, 2014) usando el modelo de Política Global de la ONU, en los diez primeros años del acuerdo los resultados serían los siguientes:

1.     Pérdidas netas en las exportaciones europeas, principalmente las del Norte de Europa (2,7% del PIB, seguidas por Francia (1,9%) y Reino Unido (0,95%).
2.     Pérdidas netas en términos de PIB para países del Norte de Europa (-0,5), seguidos por Francia (-0,48) y Alemania (-0,29).
3.     Pérdida de ingreso para los trabajadores: Francia con -5.500€ por trabajador, países de Europa del Norte -4,800€, Reino Unido -4,200€ y Alemania -3,400€.
4.     Pérdida de 600.000 puestos de trabajo. 223.000 en el Norte de Europa., 134.000 en Alemania, 130.000 en Francia y 90.000 en el Sur de Europa.
5.     Reducción de la participación de los salarios en el PIB, lo que implica una transferencia de la renta del trabajo al capital. En Francia del 8%; en Reino Unido, del 7%; en Alemania y norte de Europa, del 4%.
6.     Pérdida de ingresos públicos de los Estados, por disminución de ingresos por impuestos indirectos. Francia 0,64% del PIB y en todos eso empuja hacia déficits públicos mayores que los del acuerdo de Maastricht.
7.     Mayor inestabilidad y desequilibrios financieros, causados por menores ingresos por exportaciones, menores salarios, menor recaudación, menores ventas. Los beneficios de la inversión serían sostenidos por aumento de precios de los activos; burbujas, dicho de otro modo.
8.     Mayor vulnerabilidad a cualquier crisis en los Estados Unidos.

Las conclusiones son dos: a) los estudios encargados por la Comisión Europea no usan un buen modelo y al usar el de la ONU los resultados son desfavorables al TTIP; b) en este momento de bajo crecimiento y austeridad una reorientación comercial reduciría las rentas del trabajo y eso reduciría la actividad económica.

En cuanto a la parte de la propuesta relacionada con Inversión Extranjera Directa, tanto Francia como Alemania dijeron que no están dispuestas a negociar cláusulas que permitan una jurisdicción arbitral extraterritorial a los inversionistas.

Nuestra opinión es que la economía europea está aún sana, sus problemas vienen del contagio del sector financiero anglosajón y de las presiones norteamericanas contra el comercio con viejos clientes estratégicos, como Irán y Rusia. Los Estados Unidos quieren firmar el TTIP, para acabar con el mal ejemplo del Estado de Bienestar europeo, para chupar los recursos de la más potente economía, para mantener las ficciones en los mercados de valores y mantener al dólar como moneda internacional. Además, es inquietante esa política de destruir a los proveedores energéticos europeos o a distanciar a Europa de ellos. Pareciera que Estados Unidos busca eliminar opciones energéticas a Europa y hacerla dependiente de sus dudosos recursos en gas de esquiste; vendido en dólares, naturalmente.

Conclusión: Como dijo Luis XVIII, Rey de Francia y hombre de mundo, sólo la ambición no envejece nunca. El sistema económico basado en el dólar se cae a pedazos, pero la ambición lo mantendrá activo hasta su última ruina.

- Umberto Mazzei, IREI SISMONDI, Ginebra
ireigeneve@gmail.comwww.ireisismondi.org


Referencias Bibliográficas

Sismondi, Jean Charles (1827). Nouveaux Principes de Economie Politique ou De la richesse dans ses rapports avec la population. Paris: Delunay.

Drucker, Peter. (1986). The Changed World Economy, Washington: Foreign Affairs.

Todd, Emanuel. (2002). Après l' Empire: essai sur la décomposition du systeme américain. Paris:Gallimard.

Capaldo, Jeronim, 2014. The Trans-Atlantic Trade and Investment Partnership:
European Disintegration, Unemployment and Instability, GDAE Working Paper 14-03, Tufts University, Medford, MA.http://ase.tufts.edu/gdae/policy_research/TTIP_simulations.html 

BIC / BIS, 2014 Bank of International Settlements, Basel: http://www.bis.org/statistics/dt1920a.pdf,

Eurostat, 2014; 2013, European Commission,
http://trade.ec.europa.eu/doclib/docs/2006/september/tradoc_122530.pdf

BM, 2014 ; BM 2013. World Bank. http://databank.worldbank.org/data/download/GDP.pdf


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