La izquiera de latinoamericana llora la muerte del peruano Javier Diez Canseco Cisneros
Javier Diez Canseco Cisneros (1948-2013) |
ALAI AMLATINA
La inoportuna muerte de Javier Diez Canseco Cisneros tras un cáncer fulminante agarra a la izquierda latinoamericana y peruana fuera de base. Diagnosticado a inicios de febrero del 2013 de un cáncer al colon, este resultó un sarcoma agresivo que se hizo metástasis y lo mató en pocas semanas. Dirigente político y analista fino desde fines de los años 60, cuando era estudiante en la Pontifica Universidad Católica del Perú, JDC fue el decano del congreso peruano. Salió electo para la Asamblea Constituyente de 1978 y se quedó en el Congreso de la República tres décadas con dos intermedios, cuando Fujimori cerró el congreso en 1992 y cuando corrió a la presidencia en el año 2006. Fue el último representante de la izquierda en el Congreso de la República en el Perú habiendo sobrevivido los colapsos generados por el violentismo de Sendero Luminoso y por la reacción del Fujimorismo de los años 80 y 90 respectivamente. Odiado por muchos y temido por bastantes fue implacable con todo lo que no le sonaba a justo, honesto y coherente. Percibido como el radical por la prensa de derecha, era el que buscaba guardar la coherencia de sus principios, la manera de llevar a cabo las alianzas. Por esto fue respetado por los políticos con experiencia de todas las tendencias. No corrió la misma suerte ni con los sinvergüenzas ni con los inexpertos. Con su muerte la izquierda peruana se queda sin voz pública y sin articulador y la derecha sin adversario visible.
Su ingreso al congreso tuvo como rasgo saltante la búsqueda de la ley del voto para los analfabetos en la constitución de 1979. Este tema, que ahora suena obsoleto, era relevante en el Perú de 1979 porque una masa importante de la ciudadanía nacional peruana era analfabeta al final de la servidumbre tras la reforma agraria. Que dicha masa poblacional tuviera franquicia política era marcar la diferencia e introducir el concepto de ciudadanía a todos los peruanos. La izquierda liderada por él logró pasar esa ley en la constitución y de ese modo todos los y las peruanas tiene derecho a voto desde 1979. La ampliación anterior de franquicia política se dio en 1956 cuando las mujeres obtuvieron su derecho a voto, dicen que por insistencia de la Viuda de de la Piedra que era la mayor contribuyente y madre de un presidente del Senado.
Se hizo conocido en las tres décadas en el congreso como un buscador de crímenes de cuello blanco. En los años del primer gobierno de García, más torpe y menos corrupto que el segundo, se ganó la atención del público al estudiar cómo se habían entregado los dólares del mercado único de cambios a algunos empresarios amigos del régimen. En los años de Fujimori tuvo una actuación estelar denunciando las arbitrariedades y las relaciones del gobierno con el narcotráfico. Eso le ganó el odio de Fujimori y Montesinos que entre otras muchas cosas le pusieron algunas bombas en la puerta de su casa y más de una vez asaltaron su camioneta y su casa. La que recuerdo con más claridad fue una noche que una defensora de los derechos humanos de Argentina iba al aeropuerto y decidimos quedarnos todos en una casa y que ella se fuera con el guardaespaldas de Javier y el chofer. La camioneta fue asaltada camino a Jorge Chávez y en una balacera el chofer salió herido. La camioneta apareció a metros de la casa de los hijos incendiada. Montesinos advertía. Nada de derechos humanos.
A inicios de los años 80, comenzó el trabajo en derechos humanos con Francisco Soberón y crearon la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh). Un congresista comprometido en este tema en medio de una guerra sangrienta es importante porque permite a alguien con poder investigar abusos, castigar y tratar de prevenir. JDC ha muerto comprometido con esta causa.
JDC sobrevivió numerosos atentados contra su vida y llevó con prudencia y humor la intervención de sus comunicaciones por el servicio de inteligencia desde los años 70. Por eso destapó, con la ayuda de un periodista de La República, una central de interceptación telefónica de inteligencia de la Marina en los tempranos años 80. Desde entonces tuvo al servicio de inteligencia en la mira, menos por la labor correcta y más por los derechos ciudadanos que estos infringían.
Durante el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) fue electo Vice Presidente del Congreso y asumió la comisión investigadora de delitos económicos, que tuve el privilegio de compartir como su jefe de equipo técnico. Lo que los 24 miembros del equipo técnico pudimos trabajar en un año a pesar de los obstáculos fue sin duda en merito a su experiencia y su manejo de los escasos recursos públicos a su disposición. Cuando era evidente que cerraban el financiamiento público, buscamos apoyo de la cooperación alemana y británica y se terminó el trabajo y se entablaron los juicios correspondientes. Nunca tan bien odiado. Le metió el dedo al ojo al Poder económico y quedó puesto en evidencia cómo funciona el poder privado dentro del Estado. Se investigaron delitos que sumaron 6,000 millones de dólares y al final se pudo meter a la cárcel, de manera inédita en América Latina, a varios ministros de economía, de defensa, y al entorno de Fujimori. También los juicios a Fujimori fueron alimentados por estas investigaciones. A ratos ha sido frustrante ver como se compraban jueces y tribunales para dejar libres sobre todo a los ricos, pero el ejercicio ciudadano se llevó a cabo y se desnudó la operación del poder.
La frustración con el trabajo parlamentario fue una constante. Por cada logro había innumerables ideas que no se podían concretar. De todas las iniciativas de ley antidiscriminatoria que contuvieran la no discriminación por orientación sexual, todas fracasaron. El oscurantismo peruano reforzado por el Opus Dei y la derecha de la iglesia católica fue su enemigo implacable. Con el decaimiento de la calidad de los congresistas en el Perú, síntoma de la desintegración del país, la calidad de los debates y de las propuestas de ley fue en bajada. Esto le molestaba mucho y le enojaba. El racismo en el hemiciclo podía desquiciarlo y darle unos dolores de cabeza proverbiales. A veces la ira era calmada con barras de chocolate.
El trabajo que hizo por los discapacitados fue loable. Logró pasar una ley para que se incorporen a los discapacitados al mercado de trabajo sin discriminación. El éxito con esta ley fue resistido por los empresarios hasta que debieron de ceder. Igualmente una ley para que los edificios tengan accesos para discapacitados. Siempre pensó que alguna vez le iba a tocar andar en silla de ruedas. Nosotros, sus amigos, nunca lo percibimos como discapacitado y cuando alguna vez dijo esto en voz alta, fue abucheado porque como se le podía ocurrir. El caso es que tenía un problema severo en una pierna por un polio infantil.
La muerte sorprende a Diez Canseco paradójicamente suspendido del congreso por corrupción. El perseguidor perseguido es la esencia de una farsa cuya otra actriz fue Susana Villarán por la misma razón. Eliminar a la izquierda del imaginario político es el intento fascista de la derecha fujimorista la que ahora se suman el ex alcalde de Lima Castañeda Lossio y Alan García y su combo. Malditos sean los que tramaron esto y los miserables que lo permitieron.
La derecha celebrará. Los encarcelados de los juicios que él abrió saltarán de alegría. Algunos intentarán que no le hagan un entierro de Estado como le corresponde, otros sacarán lo peor a relucir en la deplorable prensa peruana; pero sobre todo, Javier deja una estela de luz tanto por lo que hizo como por lo que dijo. Siempre al lado de los pobres y de los oprimidos, siempre del lado de la verdad y la justicia, siempre consecuente. Es de los muertos que nunca mueren. Nos vas a hacer mucha falta Javier. Le harás falta a Liliana, a Pancho, Javier y Lucia, a tu nieta que te verá en fotos de grande, le harás falta a los desposeídos de esta tierra y a los discriminados.
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