12 de octubre #NADAQUECELEBRAR - Día de la Resistencia Indígena


JENNY CAROLINA MORON
Republica Dominicana


Desde pequeña,  cada 12 de octubre me enseñaron a celebrar con orgullo el día de la hispanidad o  de la raza, como le llamamos los dominicanos. Mi abuela y mi madre nos preparaban  atuendos adecuados para la ocasión,  faldas y blusa hechas de sacón, significando nuestra descendencia Taína, los habitantes de  Quisquilla para el 1492. Todo era  orgullo,  me paseaba por  el barrio como sinónimo de celebración. Los libros de historia de la primaria y secundaria me ayudaban a recordar cómo fuimos agraciados con el “descubrimiento” de América,  ese “encuentro de dos mundos” no llevaba a ser también descendientes de españoles,  poseedores de riquezas, blancos, pelo “bueno” y de ojos de “colores”.

Cuando llegué a la universidad y extendí mis fuentes documentales, la “celebración”  fue perdiendo significado. Cada año aprendía algo nuevo sobre el “descubrimiento” de América y mi descendencia.  Lo primero que me causó  impacto y que tardé  mucho tiempo  en entender,  fue el hecho de que los indígenas  fueron  esclavizado y asesinados a pesar de haber entregado sus riquezas y los conocimientos empíricos adquiridos.  Comprendí  que no podíamos tener un gran vínculo físico  con los  Taínos, simplemente porque este pueblo fue arrasado,   lo que respondía mi inquietud  de por qué  no  tenía el pelo tan lacio y largo  como las imágenes de las mujeres indígenas a las que trataba de imitar con las ropa rasgado de saco.  

Si ya  no existían los “indios”,  de dónde venimos los dominicanos, esa fue mi siguiente inquietud.   Mi confusión me llevó  a creer que éramos netamente españoles.   Pero la lectura nueva vez abrió mi horizonte,  leyendo me di cuenta que en esta  isla fue poco a poco poblada  poblada de  africanos, personas  que fueron forzadas a venir en condición de esclavos,   al servicio de los “amos” españoles.  Estos  esclavos/as recibían todo tipo de maltrato que se pueda uno imaginar.

Mis temores crecieron,  si no soy descendiente de indígena, me preguntaba,  cómo  digo que  soy de raza española, por qué este  negro detrás de mis orejas, por qué  este pelo tan crespo y rizado,  por qué mis senos y caderas tan  pronunciadas,  mi boca tan grande, porque me gustan las  vísceras en vez del filete, por qué cuando escucho un tambor no puedo resistirme y comienzo a moverme de adentro hacia afuera, por qué  comienzo a celebrar lo que es desconocido para mí. Pero mi afán por ser blanca también era fuerte cada día me ponía cremas que me ayudaran a mantenerte tan clara como pudieran, me pintaba  el pelo rubio y radiante como el sol y usaba  colores pasteles  para aparentar un estilo muy clásico y europeo.  Eso me “ayudaba”  en la calle me decían rubia, como mi apellido no era común decían que podría ser de un familiar europeo y hasta me recomendaban acércame para pedir ciudadanía europea en alguna embajada.

Seguir  leyendo e indagando me llevo a darme cuenta que realmente tengo una descendencia y que todos/a los/as latinoamericanos la tenemos pero no precisamente es la europea, puede ser que haya una mezcla pero no es neta, leer me ayudó a no tener nada que celebrar los día 12 de octubre.  Leer me ha enseñado que ese día está marcado con sangre, trabajo, sacrificio, violaciones,  está lleno de injusticia e inhumanidad, que  ese día abrió  la puerta, como funestas consecuencias, de muchas situaciones que hoy vivimos los pueblos latinoamericanos y que a 533 años  en ciertas situaciones seguimos siendo esclavos/as. Esclavos/as de nuestra ignorancia,  falta de información, de la manipulación a la historia. Esclavos de las ambiciones, crueldades e injusticia.  Esclavo del amo que se siente superior por su color de piel o estatus económico. Esto me llevó a que cada 12 de octubre no tenga nada que celebrar, que promueva esa campaña y difunda esta lucha.

Enviado por: Ondas Latinas / FACCIÓN LATINA


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