Con Chávez siempre

Fidel Castro e Hugo Chávez en Cuba

Por Alexei Padilla*
Son poco los momentos tristes que recuerdo en mi corta vida. La partida de un familiar o un amigo o la muerte de un niño de 5 años que veía a diario, son las únicas pérdidas palpables que he enfrentado.
Sé que conocí a Chávez –nunca personalmente- allá por el año 1998 cuando los medios latinoamericanos anunciaron su sonada victoria que puso fin a décadas de alternancia bipartidista en Venezuela y abrió las puertas de la V República.
Por esos días Dunia, una amiga de la secundaria que ahora vive en Estados Unidos, me regaló una foto que coloqué un cuadro, único objeto referente a Chávez. Gracias a la magia de la onda corta y de lo duradero de los radios de la época soviética, pude escuchar varios ¡Aló Presidente!, en vivo desde la mismísima Venezuela. Cada domingo encendía el viejo receptor VEF (los cubanos saben de que hablo) para escuchar a un hombre que devino paradigma de la juventud cubana, y lo digo sin teque ni muela.
Los días del golpe de Estado estábamos los del Proyecto Espiral en Pinar del Río y desde allá vivimos con júbilo la proeza del pueblo que lo restituyó en Miraflores.
Es esa la explicación de esta tristeza. Hoy de camino al trabajo, entre la normalidad de cada mañana, ver las banderas de la escuela primaria donde estudié y trabajé con la bandera a media asta, fue muy conmovedor. Allí por mismo una vez hicimos un rincón de Venezuela. Años más tarde los embajadores del ALBA y otros voluntarios, pintaron con sus propias manos las paredes de mi vieja escuela.
Tengo la seguridad que Chávez venció, no solo a sus adversarios, también a la muerte que no podrá convertir el dolor en olvido. Allí en el corazón de cada cristiano verdadero, de cada revolucionario cabal, está Chávez presto para dar batalla.


*Periodista cubano, colaborador del Instituto Imersão Latina

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