Argentina: Xenofobia, discriminación y genocidio silencioso
Por: Adolfo Pérez Esquivel
ALAI
Se rasgan las vestiduras, se cubren al estilo bíblico la cabeza con cenizas, (a falta de cenizas, con palabras y tinta impresa, vaciadas de contenido) y claman a los cuatro vientos las barbaridades xenofóbicas del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sobre los bolivianos, peruanos y paraguayos, a quienes les achacan los males de la ciudad y ser los ocupa de Villa Soldati.
Hay que buscar culpables externos para tapar las culpas propias, es mucho más cómodo. Bien dice el Evangelio: “antes de ver la paja en el ojo ajeno, mira la viga que tienes en el tuyo”
Los vecinos del parque Indo-Americano después de largos años de esfuerzo lograron tener sus viviendas. Hoy están enfrentados a los okupa y reclaman que los envíen de vuelta a sus países, discriminando y rechazando a otros pobres, muchos de ellos del interior del país, campesinos e indígenas que fueron expulsados de sus tierras y llegaron a la gran ciudad en búsqueda de mejores condiciones de vida.
En éste conflicto no faltan los delincuentes, que aprovechándose de la necesidad de los pobres por tener una vivienda, les vendieron tierras públicas. No faltaron los punteros políticos que manipulan las necesidades de la gente.
La toma de tierra en el Club Albariño, vuelve a los enfrentamientos entre vecinos y okupas y se suman otras en diversos partes de la ciudad, como en las vías del ferrocarril en Retiro, con el peligro que lleva la proximidad a las vías.
En ésta maravillosa y sufrida Argentina, de 40 millones de habitantes, según el reciente censo nacional, con un extenso y rico territorio, no tendría que haber problemas de viviendas y debería haber trabajo para una vida digna.
La concentración del poder y recursos de los cuales se están apropiando empresas extranjeras y empresarios inescrupulosos apoyados por el gobierno nacional y los gobernadores, acumulan más y más territorio a costa de los que menos tienen y les quitan lo poco que les queda, como a los pueblos originarios que sufren la discriminación y contra quienes se comete un genocidio silencioso. Toda esa explotación se realiza con total y absoluta impunidad.
Llegan noticias del Chaco, mueren de hambre y desnutrición los indígenas, y apenas son noticia en la agenda oficial.
En Formosa, el caso de la Comunidad Primavera del los Qom, algunos representantes están en Buenos Aires, reclamando sus derechos, no los escuchan, no quieren verlos, los tratan como “no personas”. El gobernador de Formosa explota y discrimina, es responsable de los asesinatos y xenofobia contra los pueblos originarios, lo mismo ocurre en Salta, Jujuy, Tucumán. El gobierno nacional guarda silencio cuando son sus aliados. Es hora que despierte a la realidad que vive el país y tome decisiones concretas.
En Misiones las noticias son trágicas. La muerte por hambre, desnutrición, destrucción de la biodiversidad, no son noticia para los grandes medios, ni para el gobierno. Un neonazi, Biondini, apoya a Macri, el escritor Marcos Aguinis, reclama mano dura para poner fin a los conflictos, no para resolverlos con justicia.
En pocos días los cristianos celebraremos la Navidad; cada uno desde su comprensión y creencia. Es necesario reflexionar, pensar y actuar. Debemos aprender a compartir el pan que alimenta el cuerpo y el espíritu, la necesidad que en cada hogar de la Patria Grande, de nuestra América mestiza, podamos superar y desterrar la xenofobia, la intolerancia, la discriminación.
Debemos derribar los muros que nos dividen, separan y enfrentan. Sabemos que los muros más duros de derribar son los que tenemos en la mente y el corazón. Los problemas que vive el país no se resuelven con más policías, y la llamada “seguridad”. Los desafíos son grandes y es necesaria mucha serenidad y sabiduría para saber por donde caminar.
La presidenta de la Nación, Cristina sabe que la seguridad está en que no se mueran niños de hambre, que se respete el derecho de los pueblos, que los necesitados puedan acceder a una vivienda justa. No esperemos que el gobierno de solución a todos los problemas, es necesaria la solidaridad entre nuestro pueblo, de empresarios, iglesias, organizaciones sociales.
Es cierto que existen desde el gobierno planes de viviendas populares, por ayuda mutua y esfuerzo propio, con la participación de diversos sectores sociales. Es necesario tener presente que el problema es estructural y social, que la demanda va a crecer y si no se toman medidas y políticas públicas, tanto a escala nacional como provinciales y se reclaman a los gobernadores conductas y proyectos coherentes con el bien del pueblo, los conflictos se van a agudizar. Se debe parar la expropiación de tierras y expulsión de los pobladores, se necesitan proyectos coherentes y créditos para su desarrollo.
Muchos en el país y el continente luchamos y compartimos la esperanza en los caminos de liberación. Como decía el Che: “hay que ser duro como el acero, sin perder la ternura” hasta derribar las fronteras que nos impusieron para dividir a los pueblos y lograr recuperar la soberanía.
Aquellos que discriminan, implantan la xenofobia y la discriminación, son esclavos de si mismos y del sistema de dominación; les falta dignidad y grandeza de reconocer al otro y a la otra como un igual y con los mismos derechos en la Patria Grande.
Adolfo Pérez Esquivel es Premio Nobel de la Paz 1980.
Más información: http://alainet.org/
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Se rasgan las vestiduras, se cubren al estilo bíblico la cabeza con cenizas, (a falta de cenizas, con palabras y tinta impresa, vaciadas de contenido) y claman a los cuatro vientos las barbaridades xenofóbicas del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sobre los bolivianos, peruanos y paraguayos, a quienes les achacan los males de la ciudad y ser los ocupa de Villa Soldati.
Hay que buscar culpables externos para tapar las culpas propias, es mucho más cómodo. Bien dice el Evangelio: “antes de ver la paja en el ojo ajeno, mira la viga que tienes en el tuyo”
Los vecinos del parque Indo-Americano después de largos años de esfuerzo lograron tener sus viviendas. Hoy están enfrentados a los okupa y reclaman que los envíen de vuelta a sus países, discriminando y rechazando a otros pobres, muchos de ellos del interior del país, campesinos e indígenas que fueron expulsados de sus tierras y llegaron a la gran ciudad en búsqueda de mejores condiciones de vida.
En éste conflicto no faltan los delincuentes, que aprovechándose de la necesidad de los pobres por tener una vivienda, les vendieron tierras públicas. No faltaron los punteros políticos que manipulan las necesidades de la gente.
La toma de tierra en el Club Albariño, vuelve a los enfrentamientos entre vecinos y okupas y se suman otras en diversos partes de la ciudad, como en las vías del ferrocarril en Retiro, con el peligro que lleva la proximidad a las vías.
En ésta maravillosa y sufrida Argentina, de 40 millones de habitantes, según el reciente censo nacional, con un extenso y rico territorio, no tendría que haber problemas de viviendas y debería haber trabajo para una vida digna.
La concentración del poder y recursos de los cuales se están apropiando empresas extranjeras y empresarios inescrupulosos apoyados por el gobierno nacional y los gobernadores, acumulan más y más territorio a costa de los que menos tienen y les quitan lo poco que les queda, como a los pueblos originarios que sufren la discriminación y contra quienes se comete un genocidio silencioso. Toda esa explotación se realiza con total y absoluta impunidad.
Llegan noticias del Chaco, mueren de hambre y desnutrición los indígenas, y apenas son noticia en la agenda oficial.
En Formosa, el caso de la Comunidad Primavera del los Qom, algunos representantes están en Buenos Aires, reclamando sus derechos, no los escuchan, no quieren verlos, los tratan como “no personas”. El gobernador de Formosa explota y discrimina, es responsable de los asesinatos y xenofobia contra los pueblos originarios, lo mismo ocurre en Salta, Jujuy, Tucumán. El gobierno nacional guarda silencio cuando son sus aliados. Es hora que despierte a la realidad que vive el país y tome decisiones concretas.
En Misiones las noticias son trágicas. La muerte por hambre, desnutrición, destrucción de la biodiversidad, no son noticia para los grandes medios, ni para el gobierno. Un neonazi, Biondini, apoya a Macri, el escritor Marcos Aguinis, reclama mano dura para poner fin a los conflictos, no para resolverlos con justicia.
En pocos días los cristianos celebraremos la Navidad; cada uno desde su comprensión y creencia. Es necesario reflexionar, pensar y actuar. Debemos aprender a compartir el pan que alimenta el cuerpo y el espíritu, la necesidad que en cada hogar de la Patria Grande, de nuestra América mestiza, podamos superar y desterrar la xenofobia, la intolerancia, la discriminación.
Debemos derribar los muros que nos dividen, separan y enfrentan. Sabemos que los muros más duros de derribar son los que tenemos en la mente y el corazón. Los problemas que vive el país no se resuelven con más policías, y la llamada “seguridad”. Los desafíos son grandes y es necesaria mucha serenidad y sabiduría para saber por donde caminar.
La presidenta de la Nación, Cristina sabe que la seguridad está en que no se mueran niños de hambre, que se respete el derecho de los pueblos, que los necesitados puedan acceder a una vivienda justa. No esperemos que el gobierno de solución a todos los problemas, es necesaria la solidaridad entre nuestro pueblo, de empresarios, iglesias, organizaciones sociales.
Es cierto que existen desde el gobierno planes de viviendas populares, por ayuda mutua y esfuerzo propio, con la participación de diversos sectores sociales. Es necesario tener presente que el problema es estructural y social, que la demanda va a crecer y si no se toman medidas y políticas públicas, tanto a escala nacional como provinciales y se reclaman a los gobernadores conductas y proyectos coherentes con el bien del pueblo, los conflictos se van a agudizar. Se debe parar la expropiación de tierras y expulsión de los pobladores, se necesitan proyectos coherentes y créditos para su desarrollo.
Muchos en el país y el continente luchamos y compartimos la esperanza en los caminos de liberación. Como decía el Che: “hay que ser duro como el acero, sin perder la ternura” hasta derribar las fronteras que nos impusieron para dividir a los pueblos y lograr recuperar la soberanía.
Aquellos que discriminan, implantan la xenofobia y la discriminación, son esclavos de si mismos y del sistema de dominación; les falta dignidad y grandeza de reconocer al otro y a la otra como un igual y con los mismos derechos en la Patria Grande.
Adolfo Pérez Esquivel es Premio Nobel de la Paz 1980.
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